Se está aceptando el uso de espacios de los establecimientos comerciales privados, como sitios para el encuentro, el disfrute y la socialización, por el confort y la seguridad que estos ofrecen al público.
Por Rocío Álvarez. 19 junio, 2017.
El espacio público está conformado por las veredas, vías, parques, plazas, jardines, edificios e infraestructura pública y, el acceso a los mismos, debe darse sin restricción alguna. Con la inseguridad creciente, se está interviniendo el espacio público, colocando rejas o tranqueras en calles y parques; pero, este es un fenómeno que atenta contra el libre tránsito. ¡Así no se concibe la ciudad democrática!
El apoderarse de una calle en una caminata, sentarse bajo la sombra de algún árbol en alguna banca, que es parte del equipamiento urbano, son prácticas que se están perdiendo. Se está aceptando el uso de espacios existentes en los establecimientos comerciales privados, como lugares para el encuentro, el disfrute y la socialización, el público halla ahí el confort y la seguridad que nos niega la calle. Esto se podría revertir; hay que recordar que una calle concurrida, ocupada, transitada, se torna segura. La mirada de quienes ocupan la calle, se torna elemento de vigilancia.
¡Podemos hacer algo! Por ejemplo. los lugares de estacionamiento no pueden, bajo ninguna circunstancia, invadir zonas destinadas para el peatón y, si algún vehículo las invade, es nuestro deber llamar la atención, denunciar y difundir esa mala práctica en cualquier medio de comunicación. Se podrían sembrar árboles en lugares donde se necesita sombra, arreglar o construir una banca, reunirse pacíficamente en alguna plaza, reclamar la vereda para nosotros al dar una caminata por las calles de la ciudad.
Nos hacen falta espacios públicos y los que existen, tienen algún grado de deterioro. Los pobladores se pueden organizar e intervenir el espacio público, lo cual después de haber vivido el fenómeno el Niño costero, sería una forma de sumarse a la reconstrucción. Hay ejemplos en otras ciudades del país y del mundo, de iniciativas ciudadanas que luego han propiciado o exigido la intervención del gobierno para fortalecer o culminar las propuestas de la población.
El ciudadano debe ser protagonista, y beneficiario en primer lugar, en cualquier territorio.